Llevábamos más de quince años sin vernos y esa noche caminábamos hacia la casa de Moscú de uno de mis compañeros. Aquella misma mañana nos habían hecho a Mijail, a Andrev y a mí mismo un homenaje en las oficinas de la Agencia Espacial Rusa, al cumplirse veinte años desde que protagonizáramos el primer encuentro entre rusos y americanos en el espacio exterior. Había ocurrido en la Estación Soviética MIR en la Navidad de 1988 y solamente unos pocos sabíamos que en el tiempo que pasamos allí juntos estuvimos a punto de morir. Fue debido a un incendio que se produjo en la nave. Un incidente similar al que se había producido años antes en el Apolo XIII (Houston, tenemos un problema) y que, en este caso, dadas las circunstancias políticas que acompañaban al proyecto, se decidió mantener como secreto clasificado de nuestros estados.

Las autoridades astronáuticas nos habían concedido una medalla por la contribución que nuestro encuentro  había tenido para relajar la guerra fría espacial y cómo esto había derivado en la colaboración entre nuestros países en el desarrollo de la estación espacial internacional. Posteriormente coordinamos la creación de la red internacional de satélites que actualmente mantienen conectada toda la Tierra. Quizás también con ese gesto nos agradecían el secreto mantenido tantos años sobre el incidente.

Estábamos ya en casa tomando un aperitivo, cuando Mijail me ofreció un Vodka. Cuál fue mi sorpresa cuando al contestarle que prefería un Martini, me dijo que en Rusia estaba prohibida la ginebra desde los “tiempos de la URSS”. Era una ley obsoleta, como tantas de las que tenemos en los Estados Unidos y que casi nadie respetaba ya, pero que había hecho que curiosamente, ninguno de los dos la hubiese probado nunca.

Les dije divertido que aquella noche había llegado el momento de “jugarse el tipo de verdad” y que nos íbamos inmediatamente a cualquier tugurio a comprar una botella para que yo pudiera prepararles unos Martinis. Noté cierta resistencia por su parte a dejar el confortable piso, supongo que por pereza o quizás por la natural resistencia humana a cambiar una costumbre respetada durante toda una vida. Fue entonces cuando me vino a la mente una expresión un tanto soez que aprendí durante un viaje a Madrid cuando era estudiante de ingeniería, y que utilizaban los adolescentes españoles cuando querían convencer a sus amigos para que sucumbieran a la idea más disparatada que uno pudiera imaginarse durante una noche de juerga. Cuando la dije, traducida al inglés como se me ocurrió en ese momento, fue definitiva para salirme con la mía…

De vuelta en Orlando, unos meses después de mi viaje a Moscú, estaba en el pequeño despacho que la NASA me ofrecía en sus oficinas como colaborador emérito, cuando recibí un sobre que venía con remitente escrito en ruso. Dentro había un número de la revista “Russian Astronautics”. No me llamó nada la atención en la portada, pero pronto descubrí al ojearla que en una de las páginas del interior de la revista había un “Post-it” amarillo, firmado por Mijail, en el que se podía leer “Un abrazo” y junto a la firma una línea y un punto con una sonrisa debajo, simbolizando un rostro guiñando un ojo. Debajo pude leer el siguiente título de un artículo publicado:

No Balls Dry Martini” : Our personal “law breaking recipe” for an updated review of our unique spaceship travel.(*)

Al principio no puede evitar reírme a carcajadas. Mijail firmaba una nota en la que describía nuestro encuentro tras el homenaje y aquella pequeña aventura ilegal de nuestra noche juntos. Al final sugería de manera divertida que se revisaran tantas leyes obsoletas de los códigos legales y más específicamente que se derogara aquella que afectaba a la prohibición de beber ginebra. Pero cuál fue mi sorpresa cuando antes de acabar el artículo, Mijail contaba que, al saltarse aquella ley y estimulado por una arcaica frase española, había encontrado el coraje suficiente para relatar el episodio que casi acabó en tragedia durante nuestra misión espacial y que hoy en día ya no tenía sentido seguir escondiendo. Es más, en la descripción acababa revelando nuestro secreto que se escondía dentro del otro secreto como una muñeca rusa: que el incendio que nos asediaba se extinguió y todos los sistemas electrónicos restablecieron su funcionamiento espontáneamente y de una forma inexplicable, justo en los primeros segundos del día 25 de diciembre, cuando parecía que ya no había salvación.

Me sentí muy aliviado. Hice una fotocopia del artículo y decidí enviarlo inmediatamente a un buen amigo, el editor de “American Astronomy & Astronautics” donde solía publicar mis artículos científicos. Lo acompañaba de una nota manuscrita, diciendo que suscribía todo lo contado por Mijail, e inspirado por la nota amarilla que él me había dejado pegada en la revista, la firmé acompañada de un dibujo que modificaba otro muy popular en aquellos años entre los jóvenes, una cara amarilla y sonriente, convirtiéndola en otra que guiñaba el ojo mientras sacaba la lengua, en un gesto de complicidad con el editor.  Unos días después me entrevistaban en todas las televisiones del país, preguntándome por el incidente de la misión espacial en la que salvamos nuestra vida de una forma milagrosa y también por aquel dibujo tan simpático que acompañaba mi carta al editor.

Hoy muchos años después, paso las noches de esta Navidad observando con mi telescopio, intentando descifrar en los remotos fotones de las galaxias, una respuesta al incidente que me ayude a superar las incertidumbres de nuestra fragilidad. Y resulta irónico pensar que en este extraño mundo, totalmente conectado por los satélites que colaboré a poner en órbita, fundamentalmente se me recuerde por ser el autor de un garabato que circula, trillones de veces al día, entre todos los dispositivos digitales del planeta Tierra.

(*) Martini seco “No hay pelotas”: receta personal para saltarse la ley en una revisión actualizada de nuestra misión espacial.

 

RAFAEL MARTÍNEZ CABEZA DE VACA

4 Comments

  • José Luis Zalve dice:

    Como me gustan estos relatos cortos Rafa!!
    Muy original. Me ha encantado, pero va a ser todo un reto mantener el nivel en los siguientes!!!
    Ya estoy “looking forward to hearing” el próximo relato!!
    Un abrazo!

  • Elisa dice:

    Rafael, gran relato con giño Navideño del 25 Dic !!! Quedamos en espera del siguiente!! Oye no conocía yo esta faceta artístico-literaria Genial!!!!

  • Rafael dice:

    Muchas gracias Eli, abrazote fuerte y nos vemos el miércoles en el tren !!

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